Jack murió a las 22:51 h.
Probablemente una media hora antes, el tiempo en
que el cirujano se dio cuenta que lo había perdido y la enfermera se acercó a
comunicar la noticia que nadie quería escuchar.
Hubo llantos, lamentos, desesperaciones y todo lo
que se puede imaginar cuando alguien pierde la vida de forma tan injusta,
cuando alguien se topa con un destino cruel a las primeras de cambio, cuando
alguien a quien quieres se va para siempre.
El señor Arnold regresó al comedor, aunque no
contrató a nadie en muchos meses, nadie era lo bastante torpe como Jack.
Elisabeth recibió la noticia en el aeropuerto de
vuelta a París, las lágrimas que derramó de impotencia por todo el tiempo de
ausencia, bueno, solo Elisabeth lo sabe.
En cuanto a Cecilia, fue todo lo fuerte que pudo y
que solía ser. Consiguió llamar la atención de los empresarios de L&V,
localizó una zona comercial donde su empresa abriría una pequeña sucursal que
llenaría de orgullo a Mark y de admiración a sus compañeros, especialmente a
Cintia. En definitiva, siguió siendo ella misma.
Sólo en una ocasión, mientras paseaba una mañana
entre los árboles de St James's Park, se dejo caer en un
banco al mismo ritmo que una lagrima le
caía del ojo derecho al ver de fondo la noria que tan buenos recuerdos le traía.
Miró hacia arriba intentando reprimirla cuando notó un ligero viento, algo así como una brisa…
La situación, tan familiar y distinta, le hizo
levantarse.
La lágrima se había secado.
Cecilia, después de mucho tiempo, no pudo evitar
sonreír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario