Cecilia
introdujo la llave en la puerta de su habitación y se aseguró de que estaba cerrada.
El hecho de saber que cuando volviese tendría la cama hecha y todo
perfectamente ordenado le creaba una cierta intranquilidad, se imaginaba a la
señora de la limpieza yendo de un sitio a otro de la habitación y revolviendo
entre sus cosas, aunque en el fondo tenía que reconocer que se sentía importante
de alguna forma. Aun le quedaba algo de tiempo para dar un paseo por el hotel. El
“Breakfast
and tiffany's” contaba con todo tipo de servicios; sala de masajes y sauna, peluquería
propia, salón de actos de primer nivel, piscina interior climatizada, gimnasio
e incluso un mini campo de golf artificial. Desde luego, Marc no había
escatimado en gastos.
Bajó las escaleras hacia la planta baja,
donde un niño pequeño reía a la vez que le señalaba la cara. En el primer
espejo que vio se miro fijamente, llevaba un pendiente de cada color. Dudó si
subir a por uno de la misma pareja, pero imaginó que ya estarían dentro de la
habitación haciendo su cama, y ante el hecho de interrumpir declinó la idea. Se
dirigió a la puerta de recepción, donde Jack la esperaba apoyado en ella.
-
Si sigues apoyándote así en la puerta
vas a echarla abajo chico – dijo Cecilia, a modo de saludo.
-
Muy ingeniosa – le vaciló Jack. Si ayer
no te entendí mal, tu jefe quiere montar una tienda aquí, y te ha pedido que conozcas
la ciudad para saber donde encajaría mejor su idea, ¿más o menos, no?
-
Si, algo así, oye, ¿estamos muy lejos
del St James's Park? – preguntó Cecilia.
-
Si cogiésemos un taxi, podríamos estar allí
en unos veinte minutos, pero, ¿Para qué quieres ir allí? Dudo mucho que a ti y
a tu jefe os den los permisos para construir allí ninguna tienda- preguntó
Jack, intrigado con la chica.
-
Esta noche he tenido un sueño un tanto
peculiar, y me gustaría volver, eso es todo.
-
No sabía que habías estado aquí antes,
ya veo que recuerdas bien todos los lugares de la ciudad. – le vaciló Jack.
-
Es curioso
-
¿Qué es tan curioso?
-
Ayer por la tarde me llamabas de usted,
y hoy te estás riendo de mí, ¡eso es coger confianza rápido eh chico! Y para tu
información, estuve aquí cuando tenía solo seis años, listo.
-
Mejor pronto que tarde, ¿no? – le replicó
Jack, devolviéndosela.
Un taxi avanzaba a lo largo de la calle cuando
disminuyó el paso al ver las manos levantadas a la vez de dos muchachos que se
reían el uno del otro al ver lo cómico de la situación.
-
No era necesario levantar los cuatros
brazos a la vez, creo que el taxista hubiese parado con uno de igual forma… -
dijo Jack, riéndose aun.
-
Anda, sube y dale la dirección, antes
que nos tome por locos.
Por eso, la mañana de otoño en la que, en un taxi desconocido, sentado con una chica desconocida, se vio reflejado en el cristal con una sonrisa en la cara, le pareció algo peculiar o, como diría Cecilia, algo curioso.