viernes, 20 de julio de 2012

Capítulo 6


El ruido de su móvil produjo la apresurada salida de Cecilia del salón de actos ante la fulminante mirada del jefe de seguridad, que se encontraba justo a su lado y no dudo en servirse una copa que el chico de catering mostraba en su bandeja en el momento que éste pasaba por allí.

-          El desfile aun no ha empezado y ya tengo al de seguridad pegado a mí como una lapa por tu llamada, ¿No sabes que esto está a punto de empezar? ¡Cualquiera diría que quieres que todo salga bien, Marc!

-          Y, por el tono que empleas, señorita, cualquiera diría que yo soy el jefe y tú la empleada, así que respire hondo y escúchame con toda la atención que puedas, te aseguro que es importante – Marc era un tipo serio, y en este caso, su voz elevaba su carácter al cuadrado.

-          Perdóname Marc, lo siento, es por los nervios de la inauguración, aun queda más de media hora, te escucho.

-          ¿Recuerdas cuales eran los objetivos de tu viaje, verdad?

-          Si después de que me los hayas repetido una infinidad de veces no los supiera, creo que mi memoria y yo tendíamos un serio problema, ¡eh! – contestó Cecilia, simpática.

-          Como sabes, ando tiempo dándole vueltas a la idea de abrir una empresa en el extranjero que nos hiciera ganar mercado y aumentar de forma considerable los ingresos.

-          Si, recuerdo que me lo comentaste hace tiempo, Marc, pero, sin ánimo de ser descarada, ¿Por qué me cuentas eso justo ahora? – el tono de Cecilia se iba endureciendo a la misma vez que se acercaba la hora del comienzo del desfile.

-          He pensado que la ciudad ideal para este nuevo salto sea Londres, y ahí entra en juego tu nuevo papel.

-          Soy toda oídos, querido jefe.

-          Quiero que visites la ciudad, cualquier lugar que creas que podría servirnos para empezar de cero y montar una gran tienda allí, que conozcas a gente, que inquietudes tienen en cada zona, que gustos se mueven en cada esquina de Londres, señorita, en definitiva, quiero que hagas turismo en esa ciudad como no lo hayas hecho nunca. Al fin y al cabo, ya la conoces, me dijiste que ya habías viajado allí una vez, ¿no?

-          ¡En esa ocasión tenía seis años Marc! ¿Cómo quieres que recuerde los lugares de aquí? ¡Casi me pierdo para llegar hasta el hotel!

-          Hay miles de guías en Londres, el hotel le proporcionará alguno, ahora tengo que dejarte, te he dejado un e-mail con las principales lugares que debes visitar, llámame cuando necesites algo.


Cecilia se encontraba furiosa, odiaba los cambios repentinos de planes, más aun cuando éstos llegaban sin consultarle y sin la más mínima opción de réplica. Más tarde llamaría a Cintia para contarle la última maravillosa idea de su jefe. Miró su reloj, quedaban menos de diez minutos para el comienzo, por lo que se decidió a volver a entrar en la sala con la mayor discreción posible. Cerró tras de sí la puerta, con la boca seca debido a la intensa conversación por teléfono, cuando vio la bandeja del chico del comedor en una mesita justo al lado de donde estaba apoyada antes de salir a atender la llamada. Sonrió al  ver la bandeja allí vacía, bueno, casi vacía, en medio de ésta se encontraba un zumo de naranjas recién exprimidas.

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